365 días

Le dimos la vuelta al calendario, 365 días de recordatorios.

Tal vez, contra todo mi feminismo, solo me di cuenta del tiempo transcurrido por la presencia de D y por tu ausencia.

Aunque me pagaran por las innumerables ocasiones que he escuchado “te ves muy bien” y “eres muy fuerte” (sin requerir escucharlo, probablemente era lo que menos necesitaba), no podría cubrir la deuda con todas las personas de mi familia, amigues y nuevos amigues que me sostuvieron cuando no me vi fuerte y colapsé, esos que se ganaron verme/oírme/leerme en la vulnerabilidad total.

En estos 365 días también la audacia de algunes se ha desbordado, entre hablar de reglas para cuando me “empareje” porque soy joven hasta cuestionar mi dolor en función de los años que compartimos. Por fortuna, este año me he consolidado imponiendo límites. Lo analizo y te recuerdo en alguna de las incontables veces que me dijiste: “no va a pasar nada, está bien, mi amor” o un sutil: “mándalos a la chingada, corazón”.

Los de la cuenta regresiva a este primer aniversario, han sido días harto duros. Física y emocionalmente me he sentido rebasada. Gracias por mandar despresurizadores.

El 8 de julio tuve que hacerme la segunda prueba del año, de nuevo se incrementaron los contagios. El nivel de estrés que sentí por las fechas fue altísimo.

Tomé una decisión importante, momentos antes de concretar te dije que te necesitaba, que sabía que me dirías: “está chingonsísimo, Selene, está bien”, pero requería escucharte. Obviamente no me hablaste, pero en la ecuación apareció una viuda, que lo primero que preguntó fue cómo llevaba mi proceso, para posteriormente platicarme de su experiencia de viudez con un hijo de 1 año.

Sigues siendo un cabroncito, sabes aparecerte en el momento preciso, en las actitudes de Dante, en los detalles del día a día, en los sueños para recordarme porque no te tocaba acompañarnos en estos procesos (qué conveniente, vato, justo cuando las cosas se ponen caras y que los productos son debe de debe 😒🥴, sí, sí, sí, ya sé que de cierta forma lo previste).

El canto de las aves nos han acompañado. Hace un par de semanas, salí de trabajar, casi al amanecer, con un nudo en la garganta porque extrañaba a D, porque quería quedarme en el trabajo y porque necesitaba que estuvieras con nosotres, los pajaritos de la Doctores no dejaron de cantar mientras caminaba acompañada de un policía para llegar segura al auto.

Mi Bibi se quedó atenta a la audiencia y pude volver a casa a recoger a D porque sus abuelos tenían que trabajar. Este video lo grabé poco antes de las 12 am, después de esa hora todo fue ansiedad por no estar arropando al hije, ansiedad por dejar el trabajo, ansiedad porque mis papás tuvieron que ayudarme. Pese a todo, las risas no faltaron.

En estos días también fue que, al ver la cara de nuestro hije, creo que dimensioné todas esas esas veces que te escuché decir: ¡Qué chingona vida! ¡Qué chingón!

Pasaba casi siempre que cedías a hacer cosas que con regularidad te negabas, (Creo que esto ya lo escribí en otra entrada ➡️) como cuando descubriste lo delicioso que era beber café viendo la lluvia caer en el balcón de la casa que nos construiste. Un balcón que durante casi un año intentaste convencerme que se quitara.

Una de esas noches de la vida pasada.

Cada día aprendo a soltar un poquito más. A escuchar y darle calma, a desesperarme menos. A reaccionar desde el amor.

Me he perdonado un friego, te he perdonado un chingo, atesoro lo aprendido y me aferro a acompañar a D conforme lo deseábamos. Evidentemente, he desechado diversas costumbres “destructivas”, modificado o ajustado planes, he abierto bastante la mente y también he conservado mi esencia, me corté el cabello sabiendo que eso no te haría feliz, porque he aprendido a integrar partes útiles de lo que vivimos juntos pero sigo siendo Meztli Luna.

Corrí con D la carrera familiar, esa por la que descubrí que me gustaba correr, la que nos estrenó en los 5km. Por primera vez no estabas en la meta esperándome, fue tremendamente doloroso.

Estoy convencida que hoy sabes que era verdad cuando te dije que creía en tu mirada y es que nuestro hije tiene una mirada muy similar a la tuya pero con mucha más magia. Lo que necesitaba para desear ser más plena y compartirme con él.

Se sabe que los seis años juntos fueron intensos en distintos sentidos, que estábamos tal vez, en el final de compartirnos pero que unas manos de troll y otras de dedos largos se apretaban fuerte para seguir adelante.

Charles (aunque te encabrones) hoy me tendrás en una misa pagada por mí, dedicada a ti. Lograste lo que doña Con y don Agus no.

En este plano, mi amor hacia ti está lleno de conciencia, imagino que así fue el tuyo hacía mi en tus últimos días, para nosotres en la última decisión que tomaste cuando compartimos techo.

Siempre serás parte de nosotres. ¡Te amo, cesdo del mal! Estoy haciendo mi mejor esfuerzo, gracias por la conexión inexplicable que mantenemos. Diario intento para mi, para D, para los Pérez Luna.

Vamos juntos a donde queremos llegar y arribaremos a donde tengamos que hacerlo.