Mi amiguito el doctor

Médico: Señorita Luna, ¿quiere probar la calidad de nuestros medicamentos?

Srita. Luna: Excelente idea, sería un honor.

Médico: Aquí tiene sus tres recetas,  pase por su dotación.

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Esta historia no contiene tanta emoción, pero sí harta medicina. Llevaba días con dolor en el abdomen y tuve que ir a la clínica 15 del IMSS para atenderme.    –Soy una descuidada y aún no contrato un Seguro de Gastos Médicos, por eso voy al IMSS-

Por la mañana me di de alta y como anteriormente ya tenía seguro, me toco otra vez el turno vespertino. Pase a urgencias de la clínica y la asistente me informó que me atenderían pero debía volver en la tarde para que me dieran el tratamiento completo. Me pasó con una enfermera para que me tomara los signos vitales, mi temperatura fue de 35.5 y mi presión de 130-90.

Me mandaron a sentar. Pasó el tiempo, salió un médico del consultorio 4 y dijo mi nombre. Entré y la auscultación fue breve, en menos de 5 minutos me entregó una receta y me regresó con las enfermeras.

Una de ellas me quitó la receta, pidió que me acercara a una camilla, cerrara la cortina y me descubriera porque me iba a inyectar parada. Al terminar me dio paquetitos con 3 pastillas de 4 tipos diferentes, 12 en total.

Volví a casa.

Desayuné, me dormí, comí y volví a la clínica. No alcancé ficha en mi consultorio, para hacerlo debí llegar a las 12:30 o 1pm y no lo logré, a esa hora estaba dormida.

Aunque la asistente era amable, buscó mil pretextos para remitirme a otro consultorio, que porque mi médico ya tenía la agenda llena, que era un albur si me esperaba, que mejor iba a la Coordinación y bla bla bla. No quería discutir, lo único que esperaba era que me revisaran bien; así que le dije: “si cree que es conveniente, remítame”.

Después de 10 o 15 minutos, me pidió que la acompañara a otra parte de la clínica, que ahí me atenderían. Esperé entre 10 y 20 minutos para ser llamada a un consultorio en el que estaba un médico visiblemente joven y sonriente que dijo:

-¿Qué te pasa amiguita?

Al escucharlo, pensé: “corre, seguro es un médico psicópata o de esos que roban órganos”. No me moví, sólo le conté por qué estaba ahí.

Su sonrisa estaba intacta y supongo que como no le pregunté cómo estaba, decidió compartirme que era un buen día, porque ahora sí, era un médico de «desahogo», apenas llevaba 6 o 7 pacientes, todo había estado muy tranquilo. Asentí con la cabeza y él añadió que otros días atendía hasta 40 personas, situación que lo molestaba porque un médico de base está obligado a atender mínimo 24 pacientes, a los que aproximadamente sólo puede dedicarle 15 minutos.

Ese dato me iluminó y comprendí porque la mayoría de los médicos del IMSS desde que entras ya están haciendo tu receta y deduje que probablemente no lo hacen porque quieran, sino porque así es el sistema y tienen que dar consulta a todos, aunque sólo se reduzca a enviarte a casa con Paracetamol y Naproxeno. Total, si te duele, seguro esas dos pastillas te lo quitan.

En fin, la conversación con el doctor era intercalada, le describía un malestar y me sacaba una anécdota de su chamba.

-Es que luego llegan los pacientitos enojados conmigo porque no los atienden en sus consultorios, a veces es fácil controlarse, pero hay días que no se puede, amiguita. Aunque una vez, un doctor me dijo: “Si tienes muchos pacientes, doctor, atiéndelos, no pelees, no les hables, así se van más rápido”. En serio, amiguita, a veces no se puede y menos con tantas personas.

Así fue mi consulta, no conté el tiempo que estuve dentro, creo que fueron más de 15 minutos, más tiempo fue utilizado para las anécdotas que para la auscultación. Revisó los medicamentos que me receto el doctor que me atendió en la mañana, los aprobó y le sumó uno.

Me mandó a la coordinación por un sello para mi incapacidad, regresé, esperé porque tenía otro paciente, entré para entregarle una hoja y el doctor seguía sonriente, parecía que había ganado la lotería. No había dinero de por medio y su poco trabajo sólo podía significar tres cosas: ningún médico faltó a trabajar, ese día no había muchos derechohabientes enfermos o los médicos que estaban quisieron rebasar su mínimo de 24 consultas.

 

 

P.D. Les adelanto que mañana, @cometeuntopo alcanza sus 26 veranos, felicítenlo.

Mucho amor y besos para ti, Dans.

Te amo.

2 comentarios en “Mi amiguito el doctor

  1. Interesante anécdota, y eso es algo que una amiga de medicina ya me había comentado, en donde por más que quieran atender de manera adecuada a un paciente, el teimpo no se los permite, por lo que se corre el riesgo de dar un diagnóstico equivocado y luego los culpan de negligencia… pero bueno, así es nuestro sistema, en donde muchas veces importa dar grandes números, antes que cifras con contenido…

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